Parecen frases vacías de contenido. Y tal vez ocuparían el lugar de mitos, fantasías o lugares comunes, si no fuera porque la ciencia está estudiando los mecanismos que las provocan. Aquí, algunas de las frases que suelen renacer en el mes de la primavera y su correlato científico.
“Fue amor a primera vista” 
“Ciertamente, el ‘flechazo’ existe para la ciencia”, explica a Clarín Agustín Ibáñez, investigador del CONICET y Director del laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias de INECO. “Sistemas de neurotransmisores que activan el circuito del placer (como la dopamina) pueden activarse rápidamente ante una persona que resulta atractiva, produciendo una sensación de bienestar y apego. Salvando las distancias, en el amor a primera vista interviene el sistema de recompensa, el mismo que se activa en las adicciones, y produce una sensación de placer no demorada (ver infografía). El atractivo físico, la fijación de la mirada, la simetría facial, la inteligencia en el hombre y la relación cintura-cadera y la edad en las mujeres actúan como inductores de la experiencia de flechazo”.
“No se puede vivir sin amor”
Es  sabido que, a medida que crecemos, la ateroesclerosis –que puede  producir infartos de miocardio o accidentes cerebrovasculares (ACV)–,  aumenta. “Lo interesante es relacionar su progresión con la condición de  pareja”, comienza Daniel López Rosetti, que es docente de  psicofisiología, una rama de la medicina que estudia los fundamentos  biológicos de las conductas emocionales. 
“Una investigación  publicada en el Journal of Psychosomatic Medicine (confirmada  posteriormente) mostró que los hombres casados desarrollaban menor nivel  de ateroesclerosis que los solteros. Así interpretaron que la  tranquilidad y la estabilidad emocional disminuían el nivel de estrés y  generaban menor formación de ateroesclerosis”, explica. ¿Qué ocurre con  las mujeres? “Se comprobó que quienes desarrollaban menor nivel de  ateroesclerosis eran quienes manifestaban vivir una relación de pareja  feliz. Así, se interpretó que en los hombres importa más el status  (‘estar casado’), mientras que en las mujeres es central que sea un  vínculo satisfactorio”. 
Otro estudio realizado entre más de  500 mil parejas formadas por mayores de 65 años mostró cuánto daña la  salud la viudez: el riesgo de muerte aumentó hasta un 21% en los hombres  que enviudaron y hasta el 17% en las mujeres.
“El amor es ciego”
Los  estudios realizados a través de Resonancia Magnética Funcional por los  ingleses Zeki y Bartels permiten observar qué regiones del cerebro se  activan, por ejemplo, ante la foto del ser amado. Ellos “han mostrado  que el amor romántico activa dos procesos cerebrales que favorecen la  ‘ceguera’. Por un lado, las áreas que se asocian a la distancia social y  a las emociones negativas (corteza prefrontal y áreas  parieto-temporales) tienden a reducirse ante la observación de estímulos  provenientes del ser amado. A la vez, se activan centros del placer y  apego. Así, el enamoramiento parecería producir una fuerte gratificación  y un ‘olvido’ de los aspectos negativos. Ello tal vez ayude a entender  por qué cuando nos enamoramos experimentamos una sensación casi  mística”, explica Ibáñez. 
Otro estudio de Zeki mostró que  algunas de las áreas que se activan en el enamoramiento también lo hacen  ante el odio desmedido (“estaba ciego de rabia” o “del amor al odio hay  un solo paso”).
“La pasión no es amor”
“Una  cosa es la pasión erótica y otra muy distinta es el amor pasional. La  primera se refiere al intenso erotismo sexual, por lo que serán dichosas  aquellas parejas que logren mantenerla a lo largo de los años”,  distingue el psiquiatra y psicoanalista Pedro Horvat. “Sin embargo, el  amor pasional incluye la idealización y la dependencia, de modo tal que  la autoestima depende absolutamente del vínculo. De este modo, cualquier  sombra o amenaza de pérdida es suficiente para derrumbar la ilusión y  generar esos gritos desesperados del estilo ‘no me dejes, te lo ruego’.  Es una dependencia maligna. Claro que no es amor, sólo parece”. 
Pero  la pasión ¿no tenía buena prensa? “Pasión deriva de padecer. ‘La pasión  del hincha’ es aguante y sufrimiento, ‘la pasión de Cristo’ es dolor”,  ejemplifica Horvat.
“Está loco de amor”
Si  bien el investigador Arthur Aron, de la Universidad de Nueva York,  sostiene que el enamoramiento puede durar hasta cuatro años, el  reconocido psiquiatra Hagop Akiska asegura que “estar enamorado más de  seis meses puede ser patológico”. Resulta que Akiska estudió personas  enamoradas y encontró que sus niveles de serotonina (un neurotransmisor  del sistema nervioso) eran similares a los de los pacientes con  trastorno obsesivo-compulsivo.
“Los celos fortalecen la relación”
La  frase ‘si hay celos es porque hay amor’, es una falacia. Quien cree que  ‘un poco de celos está bien’ porque demuestra interés, evidentemente no  está recibiendo otras muestras de interés”, dice Luis Buero, autor del  libro inédito “Cuando los celos te carcomen”.
Cuando los celos  se vuelven repetitivos y la comedia se transforma en tragedia, aparecen  los celos patológicos: “Son un síntoma que tiene dos caras: una de  sentido, por ejemplo, los de la persona que de chica vivió el abandono  de alguno de sus padres y ahora carga con esa marca como mochila  identificatoria. La otra cara es la satisfacción pulsional del síntoma:  el goce mortífero que deviene en sostener ese terror a la pérdida y, a  la vez, ese vínculo donde el deseo y lo placentero se vuelven  insatisfechos o imposibles. Los celos patológicos son autodestructivos,  destructivos del otro y del vínculo. A la vez son una demanda de amor  netamente infantil”, describe Buero.
“Amar es no pedir nada a cambio”
Existen  más de 40 estudios que muestran que dar o hacer bien a los demás  contribuyen a la felicidad, la salud e incluso a la longevidad. “Hay una  forma de amor, que no está basada en una evaluación de las cualidades  del amado, no se ve limitada por la reciprocidad y tampoco se vuelca  hacia el resentimiento al ser rechazado”, contestó a Clarín el  estadounidense Stephen Post, profesor de Medicina Preventina y autor del  libro “Los beneficios escondidos de ayudar”.
Y lo describe:  “Se trata de la forma más pura de dar. Este es el amor libre de la ley  de la reciprocidad, del apetito. Es un amor que considera que la alegría  y la seguridad del amado son tan significativas como las propias (o  incluso más) y, por ende, no necesita poseer, aferrarse o dominar. Este  es el amor que suele existir entre grandes amigos, el que sienten los  padres por sus hijos, el que vemos en los matrimonios exitosos”. 
Este  amor involucra a la hormona oxitocina, afecta a una parte del cerebro  (circuito mesolímbico) y nos permite sentir alegría. “Por eso, tiende a  estar asociada más con la tranquilidad y la confianza que con la pasión y  lo salvaje”. 
En 2008, una universidad de California estudió  que cuando el cerebro segrega oxitocina, conocida también por tener un  papel decisivo en el orgasmo, la generosidad aumenta hasta en un 80%.
“Es infiel porque no está           enamorado”
“La  infidelidad depende de muchos factores diferentes al enamoramiento.  Como demuestran los estudios de la teoría del apego intergeneracional,  ciertos patrones de conducta fiel o infiel podrían ser aprendidos en  base a la historia familiar”, desmitifica Ibáñez.
En 2008,  una investigación del Instituto Karolinska, de Suecia, indicó que la  variante de un gen provocaría una mayor o menor aptitud hacia la vida en  pareja, por lo que sus portadores serían más infieles. Ignacio Brusco,  director del Centro de Neurología de la Conducta y Neuropsiquiatría de  la UBA, duda de que la clave de la fidelidad esté en los genes: “Esos  estudios fueron hechos en animales, que tienen un sistema nervioso más  primitivo. El ser humano es un ser social y cultural con capacidad de  toma de decisiones a largo plazo, en el que, además de sus genes,  intervienen su educación, sus creencias religiosas, sus obsesiones o sus  represiones”.
“Un gran amor nunca se olvida”
El  prestigioso neurobiólogo Antoine Bechara detectó un “conflicto  cerebral”: aunque la relación haya terminado años atrás, el cerebro  sigue disparando imágenes y reacciones corporales, como palpitaciones o  dolor de estómago al ver la foto de aquella persona o al sentir un olor  que la evoque. La explicación es que una parte del cerebro llamada  amígdala (el centro de la memoria emocional) fija con más intensidad las  situaciones atípicas y desconocidas. Cuanto mayor sea la información  que se grabó hacia ese gran afecto, más reacciones –contra las que no  podemos luchar–, va a seguir enviando.
“Primavera, el mes del amor”
Lo  que la ciencia sabe es que el aumento de la temperatura, los días más  largos y, la exposición a la luz solar aumentan los estímulos  –especialmente los que entran por los ojos y por la nariz–, influyen en  el erotismo y, previo paso por el Sistema Nervioso Central, provocarían  una mayor predisposición a la erección y el deseo.
Paciencia. Si es cierto, sólo hay que esperar hasta el martes.





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