lunes, 28 de octubre de 2013

¿Es la mujer más propensa que el hombre a comer en exceso por causas biológicas?

No es un secreto que ponerse a dieta para perder peso puede ser todo un reto, ni que la tentación ante algunos alimentos puede aumentar con la abstinencia, al tiempo que hace aún más difícil no saltarse esa dieta. En bastantes casos, esto lleva a una alternancia entre un atracón monumental y algunos días de régimen draconiano.

Ni lo uno ni lo otro son buenos para la salud, y las personas que sufren esta alternancia están atrapadas en un círculo vicioso, protagonizado por esos kilos de más que nunca se acaban de ir, y ese anhelo perpetuo de comer los alimentos prohibidos, casi siempre ricos en grasa y azúcar. El problema se agrava cuando ante ese sobrepeso, que se mantiene por las comilonas, la persona emprende formas radicales y peligrosas de adelgazar, que aumentan su sensación de hambre y por tanto el riesgo de darse un nuevo atracón.

La situación descrita es más común en mujeres que en hombres, y a menudo se ha considerado que ello se debe a la mayor presión social que existe en muchas sociedades para que la mujer sea delgada.

Pero quizá podría haber también causas biológicas en esas tentaciones de darse un atracón.

En las ratas, las hembras son mucho más propensas a comer en exceso que los machos, según una nueva investigación que aporta algunas de las pruebas más contundentes obtenidas hasta ahora de que la biología está implicada en trastornos de la conducta alimentaria.

El estudio, realizado en la Universidad Estatal de Michigan, Estados Unidos, es el primero que establece diferencias de género para la incidencia del acto de comer en exceso en animales. Pero los resultados probablemente son extrapolables al Ser Humano. Los atracones de comida son uno de los principales síntomas de la mayoría de los trastornos alimentarios, y las mujeres son de 4 a 10 veces más propensas que los varones a sufrir un trastorno alimentario.

La mayoría de las teorías sobre el por qué los trastornos de la conducta alimentaria son mucho más frecuentes en las mujeres que en los hombres se centran en la presión cultural y psicológica que las mujeres, desde muy jóvenes, afrontan en muchas sociedades actuales. Pero este estudio llevado a cabo por el equipo de la psicóloga Kelly Klump sugiere que probablemente también contribuyan al fenómeno factores biológicos. Esto respaldaría pues las conclusiones de algunos estudios anteriores. Desde hace algún tiempo, se cree que una causa de que las personas obesas coman demasiado puede ser que experimentan al comer una satisfacción menor que la que sienten las personas sin ese problema. Esta menor satisfacción estaría producida por una respuesta más débil de lo normal en el circuito de recompensa del cerebro. Así se determinó en una investigación sobre la cual los redactores de NCYT de Amazings escribimos un artículo (http://www.amazings.com/ciencia/noticias/211108b.html) publicado el 21 de noviembre de 2008, y que fue realizada por el equipo de Eric Stice, de la Universidad de Texas en Austin.

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Kelly Klump. (Foto: G.L. Kohuth)

En el nuevo estudio, Klump y sus colegas realizaron un experimento con ratas (30 machos y 30 hembras) durante un período de dos semanas, reemplazando periódicamente las bolitas de comida de la dieta normal de los roedores con un dulce de vainilla. El equipo de investigación constató que la tendencia a consumir la cantidad más grande de la golosina en todas las pruebas fue hasta seis veces más alta en las hembras que en los machos.
La tendencia a darse atracones podría estar relacionada con el sistema de recompensa natural del cerebro, o con el grado de afán con que alguien desea y busca la recompensa, tal como apunta Klump. Ella y sus colegas actualmente están examinando las ratas para ver si los cerebros de las hembras son más sensibles y/o reactivos a estímulos que generan respuestas de recompensa (por ejemplo, alimentos ricos en grasa y azúcar) y las sustancias que activan una conducta de búsqueda de recompensa.

Lo que se descubra en esa nueva fase de la investigación podría a la postre ayudar a mejorar los tratamientos, en cuanto a medicación y también en lo que se refiere a los consejos prácticos, que conviene darles a quienes padecen trastornos de la conducta alimentaria.

En la investigación también han trabajado Cheryl Sisk, Sarah Racine y Britny Hildebrandt.




¿Beber agua aumenta la eficiencia cognitiva?





 Es evidente que todas aquellas sensaciones que puedan provocarnos malestar, como la sed, el hambre o el dolor físico, tienden a dificultar nuestra capacidad de concentración. También es obvio que se necesita una alimentación y una hidratación adecuadas para que el cuerpo y la mente funcionen adecuadamente. Sin embargo, más allá de esto, ¿podría el agua de por sí tener algún efecto extra capaz de reforzar la eficiencia cognitiva? En una investigación se han obtenido resultados intrigantes, que indican que, para ciertos aspectos de la eficiencia cognitiva, beber agua puede mejorar el rendimiento en tareas que requieren una respuesta rápida. El equipo de Caroline Edmonds y Rosanna Crombie de la Universidad del Este de Londres, y Mark R. Gardner de la Universidad de Westminster, ambas en el Reino Unido, realizó un test de memoria, atención, aprendizaje y tiempo de reacción a 34 adultos que no habían comido ni bebido nada en toda la noche. Los sujetos realizaron el test dos mañanas: Una mañana después de comer una barra de cereales y beber agua, y la otra mañana después de tomar tan solo la barra de cereales. [Img #15572] ¿Beber agua aumenta la eficiencia cognitiva? (Foto: Amazings / NCYT / JMC) Los tiempos de reacción fueron hasta un 14 por ciento más cortos después de beber agua, aunque el hecho de que el efecto se dejó sentir más en quienes tenían sed podría indicar que entraba en juego lo dicho al principio de este artículo, que una sensación que nos provoca malestar, como la sed, tiende a dificultar nuestra capacidad de concentración. En cambio, inesperadamente, el rendimiento en una tarea de aprendizaje de reglas complejas disminuyó levemente después de beber. Los resultados del estudio, son por tanto, algo desconcertantes. Se necesitará investigar más para determinar por qué beber agua aparenta ser beneficioso para algunas tareas cognitivas, pero no para otras.