jueves, 7 de noviembre de 2013

¿Qué surgió primero en la evolución: una mano diestra o un pie ágil?

Una nueva investigación ha resuelto un misterio añejo acerca de la evolución humana, revelando, en contra de lo que se creía hasta ahora, que los primeros homínidos desarrollaron la destreza en sus dedos y la capacidad de utilizar herramientas antes de desarrollar la locomoción bípeda.

Combinando la observación de conductas de monos y humanos, con escaneos del interior de cerebros, y evidencias fósiles, el equipo de investigación del neurobiólogo Atsushi Iriki, del Instituto de Ciencias del Cerebro, adscrito al Instituto RIKEN de Japón, y el antropólogo Gen Suwa del Museo de la Universidad de Tokio en Japón, ha obtenido resultados que contradicen la creencia común de que la destreza manual evolucionó después de que el desarrollo de la locomoción bípeda liberase a las manos de los homínidos y entonces pudiesen usar los dedos para manipular herramientas.

Los investigadores emplearon resonancia magnética funcional por imágenes, así como registros eléctricos cerebrales de monos para localizar lo más detalladamente posible las áreas cerebrales responsables del sentido del tacto en dedos individuales de las manos y de los pies, y poder confeccionar así mapas somatotópicos. Con estos mapas, los investigadores confirmaron una idea sugerida por estudios previos: La de que cada dedo de la mano y del pie tiene una localización neural modesta tanto en humanos como en monos.

Tanto en el mono macaco de la especie Macaca fuscata, a la izquierda, como en el Ser Humano de la variedad Homo sapiens, a la derecha, están presentes cinco dedos independientes en mano y pie. Pero, a diferencia del mono, en el Ser Humano no todos los dedos del pie están fusionados en un mismo mapa neural: El dedo gordo tiene su mapa propio, ausente en los monos. (Imagen: RIKEN)

Los investigadores encontraron además nuevas evidencias de que los dedos de los pies de los monos están combinados en un único mapa neural, mientras que los dedos de los pies de los humanos también están fusionados en un mapa único excepto el dedo gordo, que tiene su mapa propio, ausente en los monos. Estos hallazgos sugieren que los primeros homínidos desarrollaron la destreza en los dedos de sus manos cuando todavía eran cuadrúpedos. La destreza manual no se expandió más allá en los monos, pero los humanos primitivos adquirieron la habilidad de controlar con gran precisión el movimiento de los dedos de las manos y desarrollaron en el pie un dedo gordo idóneo para ayudarlos a afrontar con éxito el reto de la locomoción bípeda.

Los resultados de los análisis de cerebros realizados en este estudio están respaldados por los de análisis de huesos bien conservados de manos y pies de un esqueleto de 4,4 millones de años de antigüedad, perteneciente al homínido bípedo Ardipithecus ramidus, una especie con una anatomía en fase de transición evolutiva y con destreza manual.

lunes, 28 de octubre de 2013

¿Es la mujer más propensa que el hombre a comer en exceso por causas biológicas?

No es un secreto que ponerse a dieta para perder peso puede ser todo un reto, ni que la tentación ante algunos alimentos puede aumentar con la abstinencia, al tiempo que hace aún más difícil no saltarse esa dieta. En bastantes casos, esto lleva a una alternancia entre un atracón monumental y algunos días de régimen draconiano.

Ni lo uno ni lo otro son buenos para la salud, y las personas que sufren esta alternancia están atrapadas en un círculo vicioso, protagonizado por esos kilos de más que nunca se acaban de ir, y ese anhelo perpetuo de comer los alimentos prohibidos, casi siempre ricos en grasa y azúcar. El problema se agrava cuando ante ese sobrepeso, que se mantiene por las comilonas, la persona emprende formas radicales y peligrosas de adelgazar, que aumentan su sensación de hambre y por tanto el riesgo de darse un nuevo atracón.

La situación descrita es más común en mujeres que en hombres, y a menudo se ha considerado que ello se debe a la mayor presión social que existe en muchas sociedades para que la mujer sea delgada.

Pero quizá podría haber también causas biológicas en esas tentaciones de darse un atracón.

En las ratas, las hembras son mucho más propensas a comer en exceso que los machos, según una nueva investigación que aporta algunas de las pruebas más contundentes obtenidas hasta ahora de que la biología está implicada en trastornos de la conducta alimentaria.

El estudio, realizado en la Universidad Estatal de Michigan, Estados Unidos, es el primero que establece diferencias de género para la incidencia del acto de comer en exceso en animales. Pero los resultados probablemente son extrapolables al Ser Humano. Los atracones de comida son uno de los principales síntomas de la mayoría de los trastornos alimentarios, y las mujeres son de 4 a 10 veces más propensas que los varones a sufrir un trastorno alimentario.

La mayoría de las teorías sobre el por qué los trastornos de la conducta alimentaria son mucho más frecuentes en las mujeres que en los hombres se centran en la presión cultural y psicológica que las mujeres, desde muy jóvenes, afrontan en muchas sociedades actuales. Pero este estudio llevado a cabo por el equipo de la psicóloga Kelly Klump sugiere que probablemente también contribuyan al fenómeno factores biológicos. Esto respaldaría pues las conclusiones de algunos estudios anteriores. Desde hace algún tiempo, se cree que una causa de que las personas obesas coman demasiado puede ser que experimentan al comer una satisfacción menor que la que sienten las personas sin ese problema. Esta menor satisfacción estaría producida por una respuesta más débil de lo normal en el circuito de recompensa del cerebro. Así se determinó en una investigación sobre la cual los redactores de NCYT de Amazings escribimos un artículo (http://www.amazings.com/ciencia/noticias/211108b.html) publicado el 21 de noviembre de 2008, y que fue realizada por el equipo de Eric Stice, de la Universidad de Texas en Austin.

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Kelly Klump. (Foto: G.L. Kohuth)

En el nuevo estudio, Klump y sus colegas realizaron un experimento con ratas (30 machos y 30 hembras) durante un período de dos semanas, reemplazando periódicamente las bolitas de comida de la dieta normal de los roedores con un dulce de vainilla. El equipo de investigación constató que la tendencia a consumir la cantidad más grande de la golosina en todas las pruebas fue hasta seis veces más alta en las hembras que en los machos.
La tendencia a darse atracones podría estar relacionada con el sistema de recompensa natural del cerebro, o con el grado de afán con que alguien desea y busca la recompensa, tal como apunta Klump. Ella y sus colegas actualmente están examinando las ratas para ver si los cerebros de las hembras son más sensibles y/o reactivos a estímulos que generan respuestas de recompensa (por ejemplo, alimentos ricos en grasa y azúcar) y las sustancias que activan una conducta de búsqueda de recompensa.

Lo que se descubra en esa nueva fase de la investigación podría a la postre ayudar a mejorar los tratamientos, en cuanto a medicación y también en lo que se refiere a los consejos prácticos, que conviene darles a quienes padecen trastornos de la conducta alimentaria.

En la investigación también han trabajado Cheryl Sisk, Sarah Racine y Britny Hildebrandt.




¿Beber agua aumenta la eficiencia cognitiva?





 Es evidente que todas aquellas sensaciones que puedan provocarnos malestar, como la sed, el hambre o el dolor físico, tienden a dificultar nuestra capacidad de concentración. También es obvio que se necesita una alimentación y una hidratación adecuadas para que el cuerpo y la mente funcionen adecuadamente. Sin embargo, más allá de esto, ¿podría el agua de por sí tener algún efecto extra capaz de reforzar la eficiencia cognitiva? En una investigación se han obtenido resultados intrigantes, que indican que, para ciertos aspectos de la eficiencia cognitiva, beber agua puede mejorar el rendimiento en tareas que requieren una respuesta rápida. El equipo de Caroline Edmonds y Rosanna Crombie de la Universidad del Este de Londres, y Mark R. Gardner de la Universidad de Westminster, ambas en el Reino Unido, realizó un test de memoria, atención, aprendizaje y tiempo de reacción a 34 adultos que no habían comido ni bebido nada en toda la noche. Los sujetos realizaron el test dos mañanas: Una mañana después de comer una barra de cereales y beber agua, y la otra mañana después de tomar tan solo la barra de cereales. [Img #15572] ¿Beber agua aumenta la eficiencia cognitiva? (Foto: Amazings / NCYT / JMC) Los tiempos de reacción fueron hasta un 14 por ciento más cortos después de beber agua, aunque el hecho de que el efecto se dejó sentir más en quienes tenían sed podría indicar que entraba en juego lo dicho al principio de este artículo, que una sensación que nos provoca malestar, como la sed, tiende a dificultar nuestra capacidad de concentración. En cambio, inesperadamente, el rendimiento en una tarea de aprendizaje de reglas complejas disminuyó levemente después de beber. Los resultados del estudio, son por tanto, algo desconcertantes. Se necesitará investigar más para determinar por qué beber agua aparenta ser beneficioso para algunas tareas cognitivas, pero no para otras.