jueves, 15 de octubre de 2009

Fuera de tu cabeza: Dejando el cuerpo atrás

El joven se despierta sintiéndose mareado. Se levanta y se da la vuelta, sólo para verse a sí mismo aún tumbado en la cama. Grita a su cuerpo durmiente, lo sacude, y salta sobre él. Lo siguiente que ve es estar de nuevo tumbado, pero ahora viéndose a sí mismo de pie en la cama y sacudiendo su cuerpo durmiente. Aterrorizado, salta por la ventana. Su habitación está en el tercer piso. Se encontró más tarde, gravemente herido.

Lo que este joven de 21 años ha experimentado es una experiencia extracorpórea, uno de los estados de consciencia más peculiares. Probablemente fue disparado por su epilepsia (Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry, vol 57, p 838). “No quería suicidarse”, dice Peter Brugger, el neuropsicólogo del joven en el Hospital Universitario de Zurich en Suiza. “Saltó para encontrar una relación entre el cuerpo y él mismo. Debe haber tenido un ataque”.

En los 15 años que han pasado desde el dramático incidente, Brugger y otros han trabajado mucho en la comprensión de las experiencias extracorpóreas. Has estrechado las causas a disfunciones en un área específica del cerebro y ahora están trabajando en cómo éstas llevan a experiencias casi sobrenaturales de abandonar nuestro cuerpo y observarlo desde lejos. También están usando experiencias extracorpóreas para abordar un viejo problema: cómo creamos y mantenemos el sentido del yo.

Dramatizadas a grandes efectos por autores tales como Dostoevsky, Wilde, de Maupassant y Poe – algunos de ellos escribieron con conocimiento de primera mano – las experiencias extracorpóreas normalmente se asocian a epilepsia, migrañas, embolias, tumores cerebrales, uso de drogas e incluso experiencias cercanas a la muerte. Está claro, no obstante, que la gente sin desórdenes neurológicos obvios pueden tener experiencias extracorpóreas. Según algunas estimaciones, aproximadamente el 5 por ciento de la gente sana tiene una en algún momento de su vida.

Entonces, ¿qué es exactamente una experiencia extracorpórea? Una definición que ha surgido recientemente implica un conjunto de percepciones cada vez más extravagantes. La menos grave es una experiencia doppelgänger: sientes la presencia o ves a otra personad que sabes que eres tú mismo, aunque sigues anclado en tu propio cuerpo. Esto a menudo progresa a la etapa 2, donde tu sentido del yo se mueve adelante y atrás entre tu cuerpo real y tu doppelgänger. Esto fue lo que experimentó el joven paciente de Brugger. Finalmente, tu yo abandona tu cuerpo por completo y lo observas desde fuera, a menudo en una posición elevada como el techo. “Esta división es la caraterística más impactante de una experiencia extracorpórea”, dice Olaf Blanke, neurólogo del Instituto Federal Suizo de Tecnología en Lausanne.

Sorprendentemente agradable

Algunas experiencias extracorpóreas implican sólo una de estas etapas; algunas las tres, en progresión. Extrañamente, mucha gente que las han tenido informan de ellas como unas experiencias agradables. Por lo que, ¿qué podría estar pasando en el cerebro para crear una sensación tan aparentemente imposible?

Las primeras pistas sustanciales llegaron en 2002, cuando el equipo de Blanke encontró una forma de inducir una experiencia extracorpórea auténtica. Estaban realizando una cirujía cerebral exploratoria en una mujer de 43 años con epilepsia severa para determinar qué parte del cerebro eliminar para curarla. Cuando estimularon una región del cerebro conocida como unión temporoparietal (TPJ), la mujer informó de que estaba flotando sobre su propio cuerpo y viéndose debajo.

Esto tiene algo de sentido neurológico. El TPJ procesa las señales visuales y del tacto, la información espacial y de equilibrio del oído interno, y las sensaciones proprioceptivas de las articulaciones, tendones y músculos que nos dicen dónde están nuestras partes del cuerpo en relación con otras. Su trabajo es fusionar todo esto para crear un sentimiento de personificación: un sentido de dónde está tu cuerpo, dónde termina y dónde empieza el resto del mundo. Blanke y sus colegas teorizaron que las experiencias extracorporales surgen cuando, por cualquier razón, el TPJ falla al realizar esto adecuadamente (Nature, vol 419, p 269).

Posteriormente aparecieron más pruebas de que una disfunción en el TPJ era la clave de las experiencias extracorpóreas. En 2007, por ejemplo, Dirk De Ridder del Hospital Universitario de Antwerp en Bélgica intentaba ayudar a un hombre de 63 años con un tinnitus (acúfeno) intratable. En un intento desesperado por silenciar el sonido de sus oídos, el equipo de Ridder implantó electrodos cerca del TPJ del paciente. No curó su tinnitus, pero le llevó a experimentar algo cercano a una experiencia extracorpórea: se sentía a sí mismo desplazado unos 50 centímetros por detrás y a la izquierda de su propio cuerpo. El sentimiento duraba más de 15 segundos, suficiente para llevar a cabo escáneres TEP de su cerebro. Con bastante seguridad, el equipo encontró que el TPJ se activaba durante las experiencias.

La comprensión de los desórdenes neurológicos o la cirujía cerebral sólo puede llevarte hasta aquí, no obstante, sobre todo porque los casos son poco frecuentes. Se requieren estudios a gran escala, y para lograrlo Blanke y otros han usado una técnica conocida como “tareas de transformación del propio cuerpo” para forzar al cerebro a hacer cosas que aparentemente hace durante una experiencia extracorpórea. En estos experimentos, a los sujetos tratados se les mostraba una secuencia de breves destellos de figuras de animación llevando un guante en una mano. Algunas de las figuras estaban de cara al sujeto, otras de espaldas. La tarea es imaginarte a ti mismo en la posición del dibujo animado para saber en qué mano está el guante. Para hacer esto, tienes que rotar mentalmente tu cuerpo cuando una imagen sigue a la siguiente. Conforme los voluntarios realizaban estas tareas, los investigadores cartografiaban la actividad cerebral con un EEG y encontraron que el TPJ se activaba cuando los voluntarios se imaginaban en una posición distinta de la orientación real – una posición extracorpórea.

El equipo también barrió el TPJ con una estimulación magnética transcraneal, una técnica no invasiva que puede temporalmente deshabilitar partes del cerebro. Con el TPJ interrumpido, los voluntarios necesitaron significativamente más tiempo hacer las tareas de transformación del propio cuerpo (The Journal of Neuroscience, vol 25, p 550).

Otras regiones cerebrales también han estado implicadas, incluyendo algunas cercanas al TPJ. El consenso emergente es que cuando estas regiones funcionan bien, nos sentimos uno con nuestro cuerpo. Pero al perturbarlo, nuestro sentido de personificación puede salir flotando.

Esto, sin embargo, no explica la característica más impactante de las experiencias extracorpóreas. “Es un gran misterio por qué la gente, desde sus posiciones fuera del cuerpo, visualizan no sólo sus cuerpos sino cosas a su alrededor, tales como otra gente”, dice Brugger. “¿De dónde procede esta información?”

Una línea de pruebas procede de la condición conocida como parálisis del sueño, en la cual gente sana encuentra su cuerpo inmovilizado como en un sueño a pesar de estar consciente. En un estudio de casi 12 000 personas que habían experimentado parálisis del sueño, Allan Cheyne de la Universidad de Waterloo en Ontario, Canadá, encontró que muchos informaban de sensaciones similares a las experiencias extracorpóreas. Éstas incluyen flotar fuera del cuerpo y volverse para mirarlo.

Cheyne sugiere que esto podría ser el resultado de conflictos de información en el cerebro. Durante la parálisis del sueño, es posible entrar en un estado similar al REM en el cual sueñas que te mueves o vuelas. Bajo estas circunstancias eres consciente de la sensación de movimiento, aunque tu cerebro está al tanto de que tu cuerpo no puede moverse. En un intento de resolver este conflicto sensorial, el cerebro corta el sentido del yo (Cortex, vol 45, p 201). “Lo resuelve dividiendo el yo del cuerpo”, dice Cheyne. “El yo parece ir con el movimiento y el cuerpo queda atrás”. Tal vez los conflictos sensoriales causan las experiencias extracorpóreas clásicas.

Brugger, mientras tanto, tiene una sugerencia sobre cómo alguien podría ver esto incluso aunque sus ojos estén cerrados, basándose en lo que informaba uno de sus pacientes sobre una experiencia extracorpórea. De acuerdo con el padre de este paciente, que estaba sentado junto a la cama, tenía los ojos cerrados. Aunque más tarde informó ver, desde una perspectiva por encima de la cama, a su padre yendo al baño, y volviendo con una toalla mojada y ponerla sobre su frente.

El paciente, presumiblemente, escuchó a su padre andar hacia el baño y el fluir del agua, y debe haber tenido el sentimiento de una toalla húmeda en su cabeza. Brugger especula que su cerebro convirtió estos estímulos en una imagen visual, de forma similar a lo que sucede en la sinestesia. Esto aún no explica, sin embargo, el punto avanzado exterior. “No está claro cómo construye eso el cerebro”, dice el filósofo cognitivo Thomas Metzinger de la Universidad Johannes Gutenberg en Mainz, Alemania.

Metzinger hace una sugerencia. Imagina un episodio de un cumpleaños reciente. ¿Lo visualizas desde una perspectiva de primera persona, o desde una tercera persona contigo en la escena? Sorprendentemente, la mayoría hace lo segundo. “Al codificar la memoria visual, el cerebro ya está usando una perspectiva externa”, dice Metzinger. “No sabemos mucho sobre por qué y cómo, pero si se extrae algo de esta base de datos [durante una experiencia extracorpórea], puede que haya material para verse a uno mismo desde el exterior”.

Sea cual sea el mecanismo, el estudio de las experiencias extracorpóreas promete ayudar a responder algunas profundas cuestiones de la neurociencia y la filosofía: ¿cómo surge la auto-consciencia? Está muy claro que tenemos un sentido de nosotros mismos que reside, la mayor parte del tiempo, en nuestros cuerpos. Aunque también está claro a partir de estas experiencias extracorpóreas que el sentido del yo pueden aparentemente quedar desligado de nuestro cuerpo físico. Entonces, ¿cómo se relación el yo y el cuerpo?

Para abordar esta cuestión, Metzinger ha formado equipo con Blanke y sus colegas en un experimento que induce experiencias extracorpóreas en voluntarios sanos. Graban a cada voluntario desde atrás y proyectan la imagen en un head-mounted display que lleva el voluntario de tal forma que ven una imagen de sí mismos de pie aproximadamente a dos metros frente a ellos. Los experimentadores entonces golepan al voluntario en la espalda – la cual los voluntarios ven como si fuese a su yo virtual. Esto crea un conflicto sensorial, y muchos informan de sentir su yo migrando fuera de sus cuerpos físicos hacia el virtual (Science, vol 317, p 1096).

Para Metzinger, estos experimentos demuestran que la auto-consciencia comienza con el sentimiento de poseer un cuerpo, pero hay más en la auto-consciencia que un moro sentimiento de personificación. “La auto afirmación tiene muchos componentes”, dice Metzinger. “Estamos tratando de extraerlas bloque a bloque. Este es sólo el principio”.


Autor: Anil Ananthaswamy
Fecha Original: 13 de octubre de 2009
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