lunes, 25 de enero de 2010

"La adicción es una enfermedad cerebral; no hay más misterios"

El alcohol es una sustancia normalizada, de uso común. Para el 85-90% de la población su consumo no encierra mayores consecuencias, pero para un porcentaje que ronda el 10-15% entrar en contacto con él determina el desarrollo de una conducta adictiva. La misma pauta, explica Miguel Casas Brugué, rige cada una de las drogodependencias.

Catedrático de Psiquiatría de la Autónoma de Barcelona y jefe del servicio de Psiquiatría del hospital Vall d´Hebrón, Miguel Casas forma parte de la escuela biologicista, que aplica las neurociencias y sostiene que "no es drogodependiente aquel que quiere, sino aquel al que por desgracia le toca serlo; aquel que tiene una vulnerabilidad que hace que al entrar en contacto con esa sustancia se desate la adicción".

La perspectiva cambia, el enfoque da la vuelta, y consigue explicar que después de 30 años combatiendo el fenómeno de la drogadicción los resultados hayan sido pobres. "La drogodependencia -mantiene Miguel Casas Brugué- es una enfermedad como otra cualquiera, que en vez de expresarse haciendo comas hipoglucémicos como la diabetes se manifiesta con trastornos de conducta. Pero es una enfermedad cerebral, sin más misterios".

Y es ahora, añade, cuando las estadísticas empiezan a cuadrar. "La distribución de las conductas adictivas es igual en todas las capas sociales, como en todas las enfermedades mentales. Entonces, tienes que pensar que no es un problema de ambiente, ni de desestructuración familiar, ni de paro laboral... es un problema del cerebro, del órgano que recibe la droga y que encierra esa vulnerabilidad individual", explica Casas, censurando la carga de culpabilidad que durante décadas se ha colocado sobre los hombros de las familias afectadas.

El paso siguiente, indica, es identificar esos factores de vulnerabilidad que definen a ese 10-15% de la población susceptible de caer en la adicción. Dos de ellos, el trastorno por déficit de atención (TDAH) y el trastorno límite de personalidad (TLP) centraron ayer la conferencia con la que Casas Brugué inauguró en el Pazo de Fonseca de la Universidade de Santiago la programación del XX aniversario de Proxecto Home en Galicia.

El catedrático consideró que la unión de drogodependencias y salud mental -ya emprendida por la sanidad pública en Galicia- es la única vía de trabajo. Sólo teniendo en cuenta el peso de estos factores (entre ellos el TDAH y el TLP) se puede abordar el problema de la drogadicción. Si no, advierte, la terapia no funciona y "te estrellas contra la pared". El consumo, indicó, es para las personas con TDAH o TLP una "automedicación". "Las drogas -explica Miguel Casas- son potentes psicofármacos que mitigan el dolor de un paciente psiquiátrico".

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